Tengo que confesar algo. Siempre me propuse alcanzar la meta más alta que existiera. Siempre quise de algún modo, llevar la mejor de las vidas. Siempre quise ser el tipo romántico de aquellas películas que me hacían llorar. Siempre quise que todo terminará feliz, pero eso no siempre fue así. Alguna vez que otra, quise que toda mi vida tuviera un accidente. Un parón. Y en ese momento, todo comenzará como aquella primera vez.
Quiero perder mi conocimiento y que el mundo me enseñe de nuevo. Quiero ver si tú caes de nuevo hacia mi y de ser así creeré en el destino. De lo contrarío tendría que pensar que cada uno crea lo que vive, siente lo que crea, disfruta de lo que vive y esa vida ha sido construida anteriormente. Eres el creador de tu vida y cualquier tipo de fallo hace que tu función pierda espectadores. Y uno tras otro tú función cierra las puertas de algo que al principio parecía no tener ningún final, que fluía lleno de alegrías y que al margen de todo, existías tú.
Pero debió de ser en uno de los capítulos donde mi memoria se marchó a un lugar ajeno. Entonces, desapareciste, como un montón de polvo ante el viento. Tú, el polvo; yo, el viento. Vagabundo de ilusiones y creador de esperanzas, vividor de amor y perdedor de ti.
Y así, todos los días de mi vida, intentaré perder la memoria de lo mejorable para volver a crear mil sueños que me ayuden a mejorar. Y todo, lo hago por ti.
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Bloggers, todo súper rápido. Semana intensa y dura. Pero ya estamos en tranquilidad. ¿Que tal a ustedes? - Os dejo la foto de una película que he visto esta tarde y que me encantaría que veáis, es preciosa. "Todos los días de mi vida"
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