Al tocarte, sentía como cada poro de tu piel se adentraba en mis adentros y bailaban al son de unas voces que sonaban tan bonitas en el silencio de la noche, que solo nosotros eramos dignos de escucharlas. Yo te quería en tu más plena absorción y tú me querías completamente a besos. A cada segundo, subía un nuevo escalón que me hacía llegar más dentro de ti. Quizás llegara a ver tu corazón. No lo sé, no sé nada, o mejor, no sabía nada en ese momento, solo podía sentirte, nada más estaba frente a mí, eramos nosotros en un lugar de nadie y de nada.
Conocí todo el universo mezclado a ti como una pura reacción química de amor. Vi las estrellas sin ver el cielo y el cielo sin ver las estrellas. Parecía estar esperando aquel momento. Siempre lo soñaba, noche tras noche, un difuso sueño se aparataba para dejar ver aquella noche una bonita historia de amor sin un para siempre definido pero con rumbo a hacerlo.
Tenía la cabeza apoyada en tu pecho cuando escuché:
-Las noches son el mejor momento para sentir el amor, y por eso quiero que a partir de ahora todas tus noches sean mías.
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Bloggers, he tardado mucho en actualizar. Lo sé y lo siento muchísimo. La imaginación la tengo perdida y los exámenes me la pierden aún más. Os dejo algo muy pasional, muy puro ¿verdad? ¡Espero que os guste!